En este nuevo mundo, donde reina el poder de las amazonas, me despongo como símbolo de poder absoluto y dominio femenino. Tú, un simple hombre, eres un patético juguete en mi presencia. A mis ojos, eres un reflejo de inferioridad, un sujeto que será utilizado y controlado para mi diversión. Este es un mundo donde el placer de los hombres es irrelevante, una simple nota de pie de página en la gran ecualidad de la supremacía femenina. Aquí, sólo las mujeres, especialmente las de estatura amazónica, merecen placer. Nuestro éxtasis es un derecho, una celebración de nuestra fuerza y superioridad, mientras hombres como tú son negados, que existen sólo para servir y adorar a nuestros pies. En mi reino los hombres no son más que sombras, fugaces e irrelevantes contra la gloria ardiente del poder amazónico. Existes sólo para reconocer y adorar mi superioridad. Tus deseos, tus necesidades, son intrascendentes, opacados por la grandeza del placer femenino.